
Foto: Orlando
Por: Orlando Hernández
Sabú y la gracia de la lucha extrema.
Ciudad de México, Ciudad de México a 18 de mayo de 2025.- Hay belleza en la fealdad, hay belleza en lo anormal, hay belleza en la mayoría de las cosas de este mundo. Sin embargo, no cualquiera es capaz de verla; de hecho, no cualquiera es capaz de develarla.
La lucha libre poseé en su marco de estilos uno muy particular y que además de tener varios fanáticos, tiene muchísimos detractores; la lucha libre extrema. Un estilo lleno de sillas, de mesas, de alambres con púas, de fuego, vidrio y cualquier cosa que te imagines que podría hacer daño. La crítica por los mismos luchadores, fanáticos y expertos a esta área es clara, no embellece a la lucha libre un estilo tan directo, crudo y vacío… hasta que llega ese individuo a levantar velos y en lo que a muchos les podría parecer grotesca, Sabu definió la belleza.
Una vida dedicada al dolor para hacer arte. Eso es lo que para mí distingue a la lucha libre de cualquier otra forma de expresión artística, nada se compara con este tipo de amor para poder narrar, para expresar, para vivir y hacer vivir a miles de personas, porque aunque este deporte tiene su parte metafórica, en su mayoría el dolor transformado en amor es casi literal y Sabu vivió sesenta años con esta filosofía encarnada en cicatrices por todo su cuerpo.
No soy de las personas que hacen menos al estilo, de hecho creo que dentro del respeto en general que la lucha libre merece, el estilo ultraviolento necesita el triple. Cualquier persona que haya ido a una función presencialmente saldrá con una perspectiva de la vida y del espectáculo totalmente distinta y esto Sabu lo transmitía a kilómetros de distancia desde las pantallas de televisión.
Terry (Sabu) realizó un recorrido impecable por distintas partes del mundo llevando la bandera siempre de su estilo y cargó con ella hasta hace unas semanas, cuando se retiró de los encordados violentos, para unos días después, en un hecho realmente triste pero incluso poético, partir de este mundo.
Imaginen tener 60 años, tener secuelas por tu ritmo de vida y aún así dar un último show digno con total coherencia con lo que fuiste siempre, un ejemplo para todos en su máximo esplendor, alguien que revolucionó la industria e inspiró a cientos de luchadores más.
Así será para siempre, con tus pantalones holgados, a veces desgarrados por tu atrevimiento inmortal, manchado por sangre y sudor que te llevaron a lo más alto, más alto incluso que un leg drop desde la tercera cuerda, alto, donde sólo el verdadero amor por este deporte te lleva, mas no caerás, lo más difícil, brillar para siempre en el recuerdo de un aficionado, lo conseguiste.
Descansa en paz, querido Sabu.